domingo, 2 de noviembre de 2008

A modo de prólogo

Más allá del amor.
Más allá del sentir.
Más allá de la pasión…
Cuando por alguna causa, o razón,
se da, más allá del amor.

Gris

No me gustan los días de lluvia.
Ni tampoco nublados los quiero.
Es tan lindo mirar una rosa
suspirando en los brazos de Febo…

No me gustan los días de lluvia
porque preso, sufriendo, me quedo.
En un tiempo, tan largo y tan triste,
que parece mil veces que muero.

No me gustan los días nublados
porque aquietan del pájaro el vuelo.
¿De qué sirve un poeta sin lira…?
¿De qué vale un volcán sin su fuego?...

No me gustan los días de lluvia.
Me hace daño su ruido y su viento.
Y no quiero los días nublados
porque todo parece tan muerto…

En una casa encantada

Me preguntan dónde vivo?...
En una casa encantada,
donde hay enanos que juegan,
corren, rezongan y cantan.

Y caminan por los muebles.
Y por los pisos resbalan.
Y me tiran de las manos.
Y se suben por mi espalda.

…Pero a veces, los enanos,
por largo tiempo se marchan,
y mi casa no es la misma
porque ese encanto le falta.

Y me siento como preso.
Igual que fiera enjaulada…
Tanto silencio me asusta.
Tanta soledad es mala.

Y pido, entonces, que vengan
los enanos a la carga.
Y me tiren de las manos.
Y se suban por mi espalda.

Y que griten como locos.
Y que aturdan hasta el alma…
…Porque yo vivo, señores,
en una casa encantada.

Reza, que reza…

El cielo se ha puesto oscuro
color tormenta.
Cerramos con tranca y llave
la única puerta.

Las gotas flechas parecen
cuando golpean.
Mi madre junto a la Virgen
reza, que reza…

Sin duda se ha desatado
la gran tormenta.
El agua, poquito a poco,
entra en la pieza.

El cielo -tambor gigante-
truena, que truena.
Afuera bala asustada
la pobre oveja.

Mi hermana tiene en sus brazos
una muñeca.
Le dice: No tengas miedo
…pero ella tiembla.

Los vientos vuelven de nuevo
contra la puerta.
Las tablas crujen sentidas
tal vez de viejas.

De pronto, sin saber cómo,
todo se aquieta.
El viento se ha vuelto brisa
muy dulce y fresca.

Mi madre, junto a la Virgen,
reza, que reza…

Hermana

¡Ay… hermana!...
Cuántos años que han pasado
de esas horas, de esos días,
que jugábamos contentos
entre risas y alegrías…

¿Dónde están aquellos niños
incansables que corrían?...
¿Y esas noches de veranos
encantadas que venían?...

¿Por qué el tiempo ha transcurrido
tan ligero, tan deprisa?...
¿Por qué el eco de campanas
se apagó de nuestra risa?...

¡Ay… hermana!...
Cuántas cosas tan queridas
que se han ido ya tan lejos.
Y lo triste, lo más triste,
vos y yo, los dos ya viejos…

El amuleto

Hace un mes que he comprado un amuleto
para ver si me ayuda en la porfía
de poder fabricar esa poesía
que la llaman de nombre así: Soneto.

Pero el tiempo transcurre y sigo quieto.
Y mi anhelo se vuelve fantasía.
Y hasta pienso, lo bueno que sería,
desistir y escaparme de este aprieto.

Ya no sé ni siquiera lo que digo.
Porque nunca hay que darse por vencido.
Ni sentirse abatido aún perdido.

Seguiré con mi empeño hacia delante.
Y prometo ser fuerte, leal, constante…
Aunque no halle el soneto que persigo.

Déjame

Déjame besarte
como tibia brisa.

Déjame abrazarte
como abraza el sol.

Déjame mirarte
sin decirte nada.

Déjame quererte
como quiero yo.

Déjame a tu lado
soñando dichoso.

Déjame que sienta
tu respiración.

Déjame tocarte
¡por Dios!... te lo pido.

Déjame quererte
como quiero yo.

Déjame que diga
que yo soy tu dueño.

Déjame que viva
con esa ilusión.

Déjame seguirte
como un perro bueno,

que aunque lo castiguen
mira con amor.

Déjame bañarte
de rosas tu falda.

Porque eres mil rosas
en sólo una flor.

Déjame adorarte
mi diosa, mi reina.

Déjame quererte
como quiero yo.

Mujer

Eres más hermosa
que el jacarandá,
cuando en primavera
cubierto de flores
meciéndose al viento
azulado está.

Y tus ojos tienen
un algo especial,
que calan mirarlos
el pecho hasta el alma…
pero con más fuerza
que el jacarandá.

Y cuando paseando
por las calles vas,
mejor es el garbo
que lleva tu cuerpo
que el porte elegante
del jacarandá.


Te vi pasar

Y te vi pasar de prisa
arrebujada en tu abrigo.
Era una tarde de invierno.
Era una tarde de frío.

Y los recuerdos, de pronto,
en el pecho me nacieron.
Y escuché tu voz nombrarme
dulce, muy dulce, de nuevo.

Y me perdí en aquel tiempo
donde se vive soñando.
Donde la vida, es tan sólo,
pétalos blancos de nardos.

Y corrió tu fresca risa
por un instante en el viento.
Y otra vez latió con fuerza
mi corazón casi muerto.

…Y te vi pasar de prisa
arrebujada en tu abrigo.
Era una tarde de invierno.
Era una tarde de frío.

Soñar

El soñar es una luz
de vida en el pensamiento;
tanto se sueña dormido
como se sueña despierto.

Se sueña desde el momento
que se comienza a vivir;
y hasta parece mentira
que también sueño es morir.

La vida entera es un sueño,
agridulce al despertar;
hay quienes lloran soñando
y otros ríen al soñar.

Sueña el hombre con poderes.
La mujer con ilusiones.
Y hasta sueñan, dulcemente,
las aves con sus pichones.

Sueña el rico. Sueña el pobre.
Sueña el niño y muchos más.
Nadie puede estar seguro
que no ha soñado jamás.

Pero el sueño más hermoso
que el corazón atesora,
es el sueño, que se sueña,
con la mujer que uno adora.

Gitana

En verdad, te digo,
hermosa gitana,
que lamento mucho
que esto terminara…
Recoge tu pelo
volcado en la cara
y calma esos ojos
de mirada rara.

En verdad, te digo,
hermosa gitana,
que no me emborraches
más el cuerpo y alma.
No digas tonteras
suspirando tanto.
…Y a esos dos jazmines
échale ya un manto.

En verdad, te digo,
hermosa gitana,
no sigas jugando
a la enamorada.
¿No te has dado cuenta
-astuta gitana-
que yo, ya no tengo,
para darte nada?...

En verdad, te digo,
hermosa gitana.
Basta ya de bailes.
De batir las palmas.
Basta de mentiras.
Basta de patrañas…
Que puedes marcharte.
Que no habrá más paga.

En verdad, te digo,
hermosa gitana,
que lamento mucho
que esto terminara…

Pero… no te vayas
así, tan callada,
como si estuvieras
conmigo enojada.
Mírame a los ojos
con gracia gitana.
Miénteme de nuevo
que vendrás mañana.


Medianoche

Es medianoche…
Quisiera dormir pero no puedo.
Todos mis pensamientos están en ti.
En tu figura.
En tu imagen.
En tu cuerpo.
En tu boca…
Tu boca de ceibo que besé por vez primera.
Es medianoche…
Pero no puedo desprenderme de tu perfume.
De tu risa.
De tu voz.
De tus caricias…
Y doy vueltas y vueltas en mi lecho
sin poder conciliar el anhelado sueño.
Es medianoche…
Nada se escucha en mi alcoba.
Sólo el tic tac del reloj burlándose de mí,
porque su voz, es tu voz.
Nombrándome.
Hostigándome…
Y sigo y sigo dando vueltas y vueltas en mi lecho…
Un rayo de luz golpea mi frente.
Pienso que es tu boca que me besa.
Tibia… Dulce… Maravillosa…
Pero no.
Es el alba que ha nacido.
Es el día que ha llegado.
Y me quedo confundido
sin saber qué hubo pasado.
Si tus manos nacaradas
a mi rostro acariciaron.
Si tus labios me han besado.
Si dijiste ¡SI… TE QUIERO!...
o tan sólo lo he soñado.

Muchacha

¡Qué importa tu nombre
muchacha…! ¿Quién eres…?
¡Si alguno te busca!
¡Si vas o si vienes!

¡Me importa tu frío!
¡Tu llanto! ¡Tu miedo!
¡Tu voz suplicando
si ayudarte puedo!

¡Ven…! ¡Entra muchacha!
¡Arrímate al fuego!
¡Y sobre esas cosas
…charlaremos luego…!

Gracias

Muchas veces, hablándole a las flores,
contarles quiero a ustedes qué me pasa.
Les digo que me encanta su belleza
y una voz misteriosa dice: ¡GRACIAS…!

Otras veces, coméntole a los pájaros
de que llegan al alma cuando cantan.
Y de nuevo aparece misteriosa
esa voz que me dice siempre: ¡GRACIAS…!

Y así, con todo cuanto hay en la tierra,
Sin olvidarme de las quietas plantas,
cada vez que un halago manifiesto
una voz, misteriosa, dice: ¡GRACIAS…!

¿Será la voz sublime de Natura
que me responde por ser madre sabia…?
¿Será su voz, quien me habla conmovida,
dignándose a brindarme la palabra…?

Pues si es así. me inclino reverente.
Y ante sus pies, con la cabeza gacha,
henchido de emoción y de alegría,
con los ojos llorosos digo: ¡GRACIAS…!

Vida dorada

¿Qué fuerza misteriosa hay en el mundo
que mueve el corazón de los poetas?...
Saben llorar de amor y de alegría
y a veces desconciertan de tristeza.

¿Qué fuerza misteriosa los gobierna?...
¿Qué cosa, ser, o magia los alienta?...
Ellos viven cantando alegremente
aunque tengan muy dentro alguna pena.

…Las espinas no dañan a las rosas.
Ni acallan a los pájaros las celdas.
Por más agua que caiga desde el cielo
el sol vuelve a brillar sobre la tierra…
¡Quién pudiera nacer así en la vida!...
¡Quién pudiera sentir tanta grandeza!...
¡Quién pudiera vivir, sólo un instante,
esa vida, dorada, de poeta!...

La flauta encantada

Aquí, entre mis montañas,
tengo una flauta encantada.
Me silba carnavalitos.
Me canta dulces vidalas.

Si está contenta, es tan clara
como el tañer de campanas.
Pero me asustan sus notas
cuando se encuentra enojada.

Todos los días me llama
y es un eco que no acaba.
Y yo voy montaña arriba
como hechizado a buscarla…

Aquí, entre mis montañas,
y el balar de algunas cabras,
no es el viento el que habla y silba
… sino una flauta encantada.


Otoño

Hoy es otoño, querido amigo…
Y recorro la ciudad muy lentamente
rompiendo al caminar
las hojas secas caídas de los árboles.
Hoy es otoño…
Como aquel otoño
que caminábamos juntos estas calles
sonriendo de alegría y de entusiasmo;
soñando con ilusiones.
Hoy es otoño…
Y voy charlando, al parecer, solo,
como un demente,
tanto,
que la gente se da vuelta para mirarme…
Ellos no saben de que tú vas conmigo.
Y el crujir de las hojas secas al pisar,
se transforma en voces, en risas, en recuerdos…
Y cada vez más,
sin darme cuenta,
piso y rompo ensimismado
las hojas muertas que encuentro en mi camino.
Hoy es otoño…
Y como cargo en el alma
viejas y amargas memorias,
hoy, me siento triste.

Mi duende travieso

Hoy vino a buscarme
mi duende travieso,
me dio una sonrisa
y después un beso.

Y luego, con gracia,
me tomó una mano,
y fue, de ese instante,
mi dulce tirano.

¡Pelota!... ¡Soldados!...
¡Espada!... ¡Trompada!...
Mi duende travieso
no respeta nada.

¡Y abajo!...¡Y arriba!...
¡Y arriba!... ¡Y abajo!...
Cuando está conmigo
ese es i trabajo.

Y a la carga vino
¡zas!... otra trompada.
Dije, que mi duende,
no respeta nada.

Y el final de siempre…
se durmió en mis brazos,
con sus manecitas
en dos tibios lazos.

Lo dejé en la cama.
Murmuré en un beso:
Mañana seguimos,
mi duende travieso.

El amor es divino

¿Nunca viste una tarde de mayo
lentamente morirse de a poco,
con sus hojas correr por el suelo
y el ocaso vestirse de rojo…?

¿Nunca viste una rosa llorando
por pasar una noche de frío,
implorando ¡por Dios…! que otra noche
no la mate del todo el rocío…?

¿Nunca viste dos tiernas palomas
arrullarse sujetas del pico,
y más tarde volar alocadas
por la magia del dulce Cupido…?

¿Nunca viste en las noches plateadas
el influjo que tiene ese cielo,
y la luna borracha de amores
coquetear majestuosa en lo etéreo…?

¿Nunca viste en un niño pidiendo
la vergüenza grabada en su rostro,
alcanzando hasta el alma esa pena
empañando de pronto los ojos…?

Si no has visto estas cosas no puedes
albergar en el pecho un cariño.
El amor tiene cosas extrañas
que lo vuelven sublime… Divino…

Romántico loco

Cuando todo parece dormido
y en el aire hay un raro silencio.
Cuando el cielo se inunda de calma
y una paz nos envuelve por dentro.

Cuando vuelan los pájaros lentos
al refugio de un cálido nido.
Cuando queda por calles y plazas
un profundo y tremendo vacío.

Cuando el sol, ya no es fuego que quema,
y la brisa es un beso muy tibio,
por lugares que guardan mis sueños
en silencio camino y camino…

¡Cuántas cosas reviven andando!...
¡Cuántas cosas que olvidar no puedo!...
Soy, tal vez, un romántico loco,
que le gusta vivir de recuerdos.

Momentos

Hay momentos que sólo quisiera
ser un ave cortando el espacio,
y embriagado de blanco y celeste
en un viaje final ir volando…

Hay momentos que sólo quisiera
ser aliento de un breve suspiro,
sin dejar ni recuerdos ni nada
convertirme de pronto en olvido…

Hay momentos que sólo quisiera
ser un barco que va navegando,
preparando sus cables de amarra
porque al último puerto ha llegado…

Hay momentos que sólo quisiera
ser un viento muy suave, muy calmo,
y a los pies de una blanca magnolia
para siempre quedarme abrazado…

Te buscaré este otoño

Te buscaré este otoño.
Conversaré contigo.
De cosas simplemente.
De sueños compartidos.

Te encontraré en las hojas
bañadas de rocío.
Te encontraré en el viento
jugando enloquecido.

Te encontraré en las tardes
de ocasos amarillos.
Te encontraré en el canto
de un pájaro sin nido.

Te encontraré en las plazas.
Te encontraré en los pinos.
En la paloma triste
y en la quietud del niño…

Te buscaré este otoño.
Conversaré contigo.
Jamás existe ausencia
si nunca entró el olvido.

Princesa

Me pidió la princesa
-en su idioma encantado-
que a pasear la llevara
por el parque soleado.

Y salimos al patio
salpicado de flores.
Observando mil cosas…
Descubriendo colores…

¡Mire usted, mi princesa
al ciruelo florido…!
¡Y a esa enorme cretona
con tan fino vestido…!

¡Mire aquellas abejas
en las flores libando;
si parecen amantes
que se están abrazando…!

¡Y al jazmín…! ¡Y al helecho…!
¡Y a esa espina de Cristo…!
¡Oh… princesa… princesa…
cuántas cosas no ha visto…!

…Y así fui con mi nieta,
conversando y soñando.
Ella y yo, como novios,
por el parque paseando.

Leyenda del primer rancho

Hubo una vez, hace tiempo,
sobre estos campos benditos,
un gaucho y una carreta,
una mujer y dos hijos…
Que marchaban con el polvo
de los agrestes caminos,
y la noche era su techo
y el sol su poncho de abrigo.
…Anduvieron y anduvieron,
al paso lento y cansino,
y el gaucho pensó mil veces:
para qué apurarse, amigo…
Anduvieron y anduvieron,
sin rumbo fijo o destino,
y el gaucho pensó mil veces:
cualquier lugar es lo mismo…
Y una mañana de agosto
cuando ya moría el frío,
vio con asombro en un árbol
que un pájaro hacía su nido.
De paja y barro formaba
aquel hogar con cariño,
y de contento, su canto,
se convertía en un grito.
Y nació dentro del pecho
de aquel gaucho entristecido,
la hermosa idea de hacerle
algo igual para sus hijos…
Y desató la carreta.
Y le agradeció a su amigo.
Y dejó desde ese instante
de ser gaucho peregrino.
Y agarrando paja y barro,
con amor, afán, delirio,
levantó sobre una loma
el primer rancho argentino.


Embrujo

Me está mirando la luna.
La luna me está mirando.
Y aunque no sé lo que dice,
algo me está murmurando…

…Mi madre me dio permiso
hasta que el sol se ocultara.
Y antes de que anocheciera
a casa yo regresara.

Pero la noche se viste
de fina lumbre de estrellas.
Me invitan seguir andando
y voy andando con ellas.

¡Qué lindo es soñar despierto…!
¡Qué hermoso todo parece…!
Besa la brisa mi rostro
y mi cuerpo se estremece.

Me olvido si voy o vengo.
Me envuelve la noche oscura.
Todo es embrujo y encanto.
Todo es placer y locura.

Sigo marchando en la noche
sin acordarme de nada.
Luces, faroles y espejos…
queda mi mente turbada.

De pronto, miro la luna.
Sé lo que está murmurando.
Y dos lágrimas de fuego
mis ojos están quemando.

Las ruedas

Las ruedas, ruedan que ruedan.
Las ruedas van por la noche.
Las ruedas corren a prisa
tirando un oscuro coche.

Las ruedas, quietas se quedan.
Baja una dama gallarda.
Su corazón late inquieto
por el secreto que guarda.

Las viejas lenguas comentan
de un amor que fue frustrado.
Que nunca pudo lograrse
pero… que no fue olvidado.

Las ruedas, ruedan que ruedan.
Las ruedas van por la noche.
Las ruedas llevan dos ojos
llorando dentro del coche.

Las sombras

Hay una sombra que anda a mi lado.
Y no es la sombra lo que me asombra.
Sino es que sepa, que es una sombra,
que mi persona no ha reflejado.

Hay una sombra que se ha arrimado
muy quedamente junto a mi sombra,
y allí en silencio, sombra con sombra,
muy tiernamente se han abrazado.

Hay una sombra que anda a mi lado.
¿De dónde vino…? ¿Qué es esa sombra…?
Pues me parece, que es una sombra,
que sin dueño se hubo quedado.

Carpintero

¿Qué oficio será ese oficio
que el Niño quiso aprenderlo…?
¿Qué oficio, función o cargo,
es el de ser carpintero…?

Se arrimó a José, su padre,
para observarlo primero,
y luego, con sierra en mano,
trabajó como sabiendo.

¿…Qué oficio será ese oficio
que el Niño quiso aprenderlo…?

Sus manos –blancas palomas-
volaban con todo esmero.
Y el tiempo pasó de prisa.
Y el Niño fue carpintero…

¡Ay… Virgencita del alma,
más que pedirte, te ruego,
que bendigas a ese oficio
al que llaman carpintero…!

¿Qué oficio será ese oficio
que el Niño quiso aprenderlo…?
Y el hombre aceptó la muerte
clavado sobre un madero…

Rumores

Hay rumores que dicen que un día
perderá su encanto la rosa,
y danzando con gracia en el viento
no andará la sutil mariposa…

Hay rumores que el cielo una tarde
cubrirá nuestra tierra de fuego,
y será, sobre todas las cosas,
impertérrito al llanto y al ruego…

Hay rumores que dicen que el canto
del zorzal morirá de tristeza,
y la paz de la blanca paloma
dejará de ser dulce promesa…

Hay rumores de cosas extrañas
que vendrán en un solo momento.
Son rumores… yo pienso… rumores…
que han volado, tal vez, de algún cuento.

Tarde de viento

Es una tarde de viento.
De viento que cala y quema.
Enloquecidas las hojas
corren por ambas veredas.

Es una tarde de viento.
Oscura, apagada y fría.
Todo parece tan triste,
que llama a melancolía.

Y para peor, las campanas,
de alguna iglesia vecina,
que sin querer, en esta tarde,
su voz de bronca lastima…

Es una tarde de viento.
De viento que cala y quema…
Pero yo, sigo esperando
en esta esquina, que vengas.

La bolsa

En la bolsa e un linyera
se puede encontrar de todo,
desde esperanzas y sueños
hasta hierro, cobre y plomo.

En la bolsa de un linyera
si miramos hasta el fondo,
hallaremos tantas cosas
que nos llenarán de asombro…

Latas, vidrios y cartones.
Zapatos viejos y gorros.
Tenedores y cuchillos.
Pañuelos y trapos rotos.

En la bolsa de un linyera
se puede encontrar de todo,
desde esperanzas y sueños
hasta hierro, cobre y plomo.

Desde la piel de un cordero
hasta las fauces de un lobo.

Cuando llueve

Un poeta está triste
cuando un pájaro no canta.
Cuando un niño no ríe.
Cuando una rosa se muere.
O cuando llueve…
Porque si un pájaro no canta
falta alegría en el día.
Si un niño no ríe
algo malo está ocurriendo.
Si se muere una rosa
algo hermoso se pierde.
Y si llueve…
Y si llueve,
ese gigante gris
que se extiende por todas partes
oprimiendo a la ciudad,
pienso,
que un poeta está triste por eso.
Sí…
Un poeta está triste
cuando un pájaro no canta.
Cuando un niño no ríe.
Cuando una rosa se muere.
O cuando llueve…

La noche y la luna

Hoy la noche y la luna parece
que se han puesto las dos muy de acuerdo,
Hoy la noche me pide un romance
y la luna salir de paseo.

Hoy la noche y la luna qué tienen
que escapar a su hechizo no puedo.
Una me habla de dulces amores
mientras la otra de mágicos sueños.

Hoy la noche se ha puesto un vestido
de gran fiesta, brillante y muy negro.
Y la luna, coqueta y mimosa,
se la ve suspirar por el cielo.

¡Ay… Cupido…! Bendito mil veces
por el duende de todo lo eterno.
El amor siempre tiene una llama
encendida de cálido fuego.

Amanecer campero

Canta el pájaro contento
con todo amor y alegría.
El sol se rompe en colores
sobre mi tierra argentina.

El campo viste de fiesta.
Cacarean las gallinas.
Y el hombre otea mateando
sobre mi tierra argentina.

Un relincho y un mugido.
Bala una oveja tranquila.
Y un teru… teru… se escucha,
sobre mi tierra argentina.

Como un mar el verde ondea
con esperanza de espiga.
Y serpentean las chalas
sobre mi tierra argentina.

Vuela el hornero elegante
buscando barro y comida.
Y las palomas arrullan
sobre mi tierra argentina.

El horizonte es un fuego
de viva llama encendida.
Galopa el viento arrogante
sobre mi tierra argentina.


Diciembre

Diciembre tiene estas cosas
que aprendí desde muy niño:
cantos, risas y alegrías…
y el aroma de los tilos.

Diciembre tiene estas cosas:
de vivir con optimismo,
y encontrar en cada rama
balanceándose algún nido.

Y estudiantes por las calles
proclamando amor a gritos.
Y el repique de campanas.
Y el bullicio de los niños.

Diciembre tiene estas cosas
que dichoso las repito,
y cuando llega diciembre
si hay penas, siempre me olvido.

Cantos, risas y alegrías…
y el aroma de los tilos.

El pescador (Leyenda Bíblica)

Hoy pasó el pescador
como todos los días,
nada más, que esta vez,
con las manos vacías.

Hoy pasó el pescador
y fue bueno mirarlo.
Una paz he sentido
que no puedo olvidarlo.

Hoy pasó el pescador
entre toda la gente.
Con un rezo en los labios
levantando la frente.

¿Qué habrá visto en el mar
que tan dulce miraba,
y una calma infinita
a su paso dejaba…?

¿Un milagro, tal vez…?
¿Algún Ángel de Luz…?
¿O escuchó predicar
al que llaman Jesús…?

Hoy pasó el pescador
y al pasar por mi lado,
para siempre, me dijo,
que su barco ha dejado.

La vaca enferma

La vaca está enferma.
¡Qué triste mirada…!
No exhala un quejido.
Ni un mu… ni una nada.

La vaca está enferma.
En el campo echada.
Algunos paisanos
dicen: ¡Empastada…!

Es fuego que quema
el sol de este enero.
La vaca afiebrada
exuda su cuero.

La vaca se muere.
Se van los paisanos.
Vuelan por el cielo
negros parroquianos.

La vaca está muerta.
Calmó la mirada.
No exhaló un quejido.
Ni un mu… ni una nada.

Mi niño amigo

Todas las tardes, mi niño amigo,
viene a buscarme para jugar,
es el momento que más espero
porque de todo me hace olvidar.

Él siempre manda –porque es el jefe-
si quiere en brazos o caminar,
o simplemente quedarse en casa
para mil cosas desparramar.

Risas y gritos… también un llanto…
mi niño amigo se hace notar,
cómo me gusta cuando enojado
levanta un puño para pegar…

Todas las tardes, mi niño amigo,
viene a buscarme para jugar…
¡Oh… Dios… qué pasa que tarda tanto
este chicuelo para llegar…!

A modo de epílogo

Los poetas son como los pájaros…
una gota de miel sobre la vida.
Cantan
entregando el alma en cada canción,
aunque su trino,
caiga mil veces en el vacío.