Me pidió la princesa
-en su idioma encantado-
que a pasear la llevara
por el parque soleado.
Y salimos al patio
salpicado de flores.
Observando mil cosas…
Descubriendo colores…
¡Mire usted, mi princesa
al ciruelo florido…!
¡Y a esa enorme cretona
con tan fino vestido…!
¡Mire aquellas abejas
en las flores libando;
si parecen amantes
que se están abrazando…!
¡Y al jazmín…! ¡Y al helecho…!
¡Y a esa espina de Cristo…!
¡Oh… princesa… princesa…
cuántas cosas no ha visto…!
…Y así fui con mi nieta,
conversando y soñando.
Ella y yo, como novios,
por el parque paseando.
domingo, 2 de noviembre de 2008
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