que el jacarandá,
cuando en primavera
cubierto de flores
meciéndose al viento
azulado está.
Y tus ojos tienen
un algo especial,
que calan mirarlos
el pecho hasta el alma…
pero con más fuerza
que el jacarandá.
Y cuando paseando
por las calles vas,
mejor es el garbo
que lleva tu cuerpo
que el porte elegante
del jacarandá.

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